miércoles, 11 de noviembre de 2009

Formación integral de los universitarios

En tí y en mí se encierra un misterio.

No hace falta un maremoto para que descubramos el valor que pueden tener los demás para nosotros, y el impacto interior que nos provoca su sufrimiento, aunque estén muy lejos. Ahora bien, esa apreciación clara de los otros, cuando se concreta en la convivencia diaria en el campus presenta más dificultades, y esta visión nítida se nos empaña. Descubrimos que es un arte grato y arduo que enriquece. Hay que esperar para conocer al otro, y en ocasiones, perdonar. Mayor tarea es conocerse, adquirir la debida autoestima, o conocer el poder de nuestra libertad para desplegar nuestros talentos, para construir el bien posible en nosotros, con el que vamos adquiriendo esa madurez, esa humanidad plena. Si estos años universitarios, cuesta amueblar la cabeza con la carrera, mayor empeño supone el corazón, es la lid más sutil y difícil. Existe una pista esperanzadora para humanizarlo: “estamos hechos a su imagen y semejanza”. Valgo la pena, el otro vale la pena, porque contenemos un misterio, el más valioso y digno, por el que vale más la pena batallar.

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